Artículo original publicado en el blog de Guy Kawasaki
Cuando empecé a trabajar en Apple en 1986 tenía miedo de hablar en público, por una cosa, trabajar para la división dirigida por Steve Jobs era intimidante: «¿Cómo podría estar a la altura de Steve? Pero si quieres tener éxito como evangelista y director general (CEO), debes aprender cómo hacer discursos.
Me llevó veinte años sentirme cómodo hablando en público, y en este capítulo explico todo lo que he aprendido. Yo no me contento simplemente con sobrevivir a los discursos. Quiero obtener grandes ovaciones.
Tienes algo interesante que decir. Esto es un 80 por ciento de la batalla. Es mucho más fácil dar un gran discurso si se tiene algo que comunicar. Fin de la discusión. Si no tienes nada que decir, rechaza el discurso. Si no deseas rechazarlo, entonces a continuación, haz una investigación y obtén algo interesante que decir.
Retira el argumento de venta. El propósito de la mayoría de los discursos es entretener e informar a la audiencia. Pocas veces se tiene la intención de proporcionar una oportunidad para lanzar un producto. El peor discurso que tú puedes dar, es uno en el cual, la gente interprete tu charla como un argumento de venta.
Personalizar la introducción. La técnica que más me ha ayudado a hablar en público es la personalización de los primeros tres a cinco minutos de cada discurso. Esto demostrará que has hecho tus deberes y además has hecho un esfuerzo para elaborar un discurso que es una experiencia valiosa y especial. Yo trato de encontrar un vínculo personal con el público. Por ejemplo, cuando hablé de Acura, mostré imágenes de dos Acuras y dos Hondas de mi propiedad. Cuando viajo, a menudo me muestro a mí mismo en un entorno local.
Centrarse en el entretenimiento. Muchos coachs o preparadores de oratoria no estarán de acuerdo con esto, pero no hablan cincuenta veces al año como yo. Mi teoría es que el objetivo de un discurso es entretener. Si las personas se entretienen, también se les puede deslizar un par de pepitas de información. Pero si tu discurso es aburrido, no hay cantidad de información suficiente que consiga hacerlo bueno.
No denigrar a la competencia. No critiques a tu competencia en un discurso, ya que indica que estás tomando ventaja indebida del privilegio de la atención del público. No estás haciéndole un favor a la audiencia. Es el público el que te está haciendo un favor a ti, así que no bajes el cuerpo utilizándolo como una oportunidad para calumniar a tu competencia.
Contar historias. La mejor manera de relajarse al dar un discurso es contar historias. Historias sobre tu juventud. Historias sobre tus hijos. Historias sobre tus clientes. Historias sobre las cosas o libros que lees. Cuando cuentas una historia, te pierdes en la narración. No estás «haciendo un discurso» al uso. Estás conversando. Los buenos oradores son buenos contadores de historias; los grandes oradores cuentan historias que apoyan su mensaje.
Sondear y mezclarse con el público. Verdadero o falso: El público quiere que tu discurso vaya bien. La respuesta es verdadera. La audiencia no quiere ver tu fracaso, ¿por qué la gente iba a querer perder su tiempo escuchando a un tipo fracasar? La manera de aumentar el interés de tu audiencia en tu propio beneficio y así lograr el éxito en tu charla, es mezclarte con el público antes del discurso. Habla con la gente. Deja que tomen contacto contigo. Especialmente los que están en las primeras filas, luego, cuando estés en el escenario, verás esas caras amigables. Tu confianza se elevará. Podrás relajarte. Y todo irá bien y será fantástico.
Hablar en el inicio de un evento. Si tienes la opción, habla al principio de un evento. El público está más fresco entonces, por lo que son más propensos a escucharte, reírse de tus chistes y seguirte a lo largo de todas tus historias. El tercer día de una conferencia de tres días, el público está cansado, más bajo de interés y pensando en volver a casa. Ya es bastante difícil dar un gran discurso, ¿por qué aumentar el desafío de tener que levantar a una audiencia de capa caída?
Pide una habitación pequeña. Si tienes opción, utiliza la habitación más pequeña posible. Si estás en una habitación grande, pide que se establezca un estilo más parecido al de un aula, con mesas y sillas en lugar de estilo de teatro. Una sala llena es una sala más emocional. Es mejor tener 200 personas en una sala de 200 personas, que 500 personas en una habitación de 1.000 personas.
Practicar y hablar todo el tiempo. Esto es obvio, pero no por ello menos relevante. Es necesario dar un discurso al menos veinte veces con el fin de obtener un bueno resultado. Se lo puedes dar diecinueve veces a tu perro si quieres, pero se necesita práctica y repetición. Como dijo Jascha Heifetz, «Si no practico un día, lo sé. Si no practico dos días, mis críticos lo saben. Si no practico tres días, todo el mundo lo sabe”.
Espero que te lleve menos de veinte años llegar a este punto. Parte de la razón por la que me llevó mucho tiempo es que nadie nunca me explicó el arte de dar un discurso, y yo era demasiado tonto para hacer la investigación.
Este post es una pequeña parte del último libro de Guy Kawasaki, El arte de empezar 2.0.